Dentro de las
creencias equivocadas que se manejan en el movimiento neo-pentecostal,
está que Dios nos ofrece sanidad física, puesto que Jesús se llevó
nuestras enfermedades en el madero (Isaías 53:5), y que, si una
enfermedad se mantiene o incluso lleva a la muerte es debido a que el
creyente no conoce su derecho a la sanidad.
Los argumentos
principales para esta creencia son tres:
Jesús es el mismo hoy, ayer y por los siglos, y por tanto si sanó
enfermos cuando estuvo aquí, todavía lo hace hoy.- Cuando
decimos esto nos olvidamos que los milagros que hizo Jesús tenían un
propósito claro: mostrar que Él era el Hijo de Dios y que cumplía las
profecías dichas acerca de Él, como se lo mandó a decir a Juan. (Mt.
11:4-6). Jesús hace milagros hoy, por supuesto, pero eso no
garantiza que sanará a TODOS los enfermos que vayan a Él; y si una
persona necesita milagros para creer, ahí tiene los del Nuevo
Testamento. Si no cree en ellos, tampoco creerá con algunos
contemporáneos.
La salvación abarca cuerpo y alma.- La promesa es para la eternidad,
no para esta vida. Es cuando lleguemos a Su presencia cuando la
enfermedad no nos atacará mas y en realidad seremos sanados. Por
ejemplo, a mi padre, el Señor lo sanó desde el momento que se fue con
Él. Nunca más se enfermará y lo mismo ocurrirá conmigo cuando me
muera.
La falta de fe evita la sanidad.- Es cierto que donde hay falta
de fe se pierde cualquier posibilidad de bendición, de hecho, la falta
de fe lleva a una eternidad sin Cristo. Pero, ¿de donde sacamos
que la bendición de estar sanos es un derecho de los creyentes?
Si decimos eso,
¿que hacemos con la enfermedad de verdaderos colosos de la fe como
Timoteo (1 Tim. 5:23), Epafrodito (Fil. 2:25 al 27), y el mismo Pablo?
(2 Cor. 12:7 al 9), para no hablar de cuanto creyente a muerto y que
para hacerlo tenían que enfermarse: Lutero, Moody, Calvino, Stott,
solo para nombrar los primeros que me vienen a la mente.
Es increíble como
lanzamos una teoría teológica que suena bien, pero que no tiene un
verdadero respaldo escritural y cuando vemos a gente, aun ahora,
servir al Señor a pesar de sus enfermedades, demostrando más el amor
de Dios y por Dios, llevando a más gente a una relación con Cristo,
que muchos de nosotros que estamos sanos.
“Bástate en mi gracia”,
no es algo dicho solo para Pablo sino para todos nosotros. “Mi
poder se perfecciona en tu debilidad”,
no era para Pablo solamente es para todos nosotros y la respuesta de
él debe ser la nuestra: "De
buena gana me gloriaré en mis debilidades para que repose sobre mí el
poder de Cristo" (2
Cor. 12:7-10).
Esta actitud de
aceptar mis debilidades es lo que me hace un testimonio vivo. Ahí es
donde las personas pueden ver al Señor obrando y donde yo puedo ser
perfeccionado para cumplir el propósito de Dios en mi vida.
No mis queridos
amigos, no es siempre mi sanidad la que me hace un hijo de Dios
bendecido, sino que es la búsqueda incesante de una relación con El,
que debe realizarse a través de mis luchas, la que bendecirá mi vida y
la de las personas a mi alrededor.
Muéstreme un
creyente que no luche con alguna enfermedad, deseos homosexuales,
depresiones, dolores emocionales, etc… sólo los podrá encontrar en el
cementerio o en su imaginación.
Después de
analizar estas tres cosas quiero incorporar algunos razonamientos
adicionales que son:
A.- Una de las
cosas que da cabida a esta creencia es el avance de la medicina.
Al contrario de los cristianos de los anteriores siglos, nosotros
damos como un hecho cierto la salud, puesto que la enfermedad y la
muerte son cosas distantes, para nada comunes, como lo era antes,
donde los creyentes vivían a diario con la enfermedad y la muerte.
Yo me pregunto
¿cómo es que estos estudiosos de la Biblia no invocaban Isaías 53?
B.- En lugar de
dar respuesta bíblica a la enfermedad y la muerte, le estamos
ofreciendo a las personas un seguro contra las cosas que nos dan más
miedo, que son el dolor y la muerte nuestra o de un ser querido.
Suena lindo que Dios no nos va a dejar sufrir, pero eso no es verdad,
Él es un Padre y permitirá nuestro camino hacia la madurez cristiana,
aunque esto incluya dolores de crecimiento.
C.- Nuestros
cuerpos se deterioran inexorablemente y la enfermedad y la muerte son
nuestro destino final aquí y no es la promesa de Dios estar bien aquí,
la promesa es llevarte a un sitio mejor, y es mejor porque Él esta
ahí, estará junto a ti con su amorosa presencia dejándote ver que
finalmente ESTAS EN CASA.